9.16.2012


Besarlo y escuchar sus preguntas, sus historias; detenerse en su sonrisa y el brillo de su mirada. Cerrar los ojos y dormirse abrazados. Abrazada a ese cuerpo tibio. Haberse acomodado bien en la ola y dejarse llevar suavemente hacia la playa. 
La ilusión de haber encontrado una tierra donde anclar. 
Finalmente se iba a dormir con la sensación de acomodarse mejor. De haber tranquilizado alguna rebelión, haber combinado mejor las piezas. 
La noche sin tiempo.