No es la historia de una amistad; es la historia del mundo pero tampoco lo abarca todo... Es la historia de unos seres en el mundo; un fragmento, un recorte. No es mi historia ni la tuya, pero podría ser la de cualquiera.
Con facilidad reconocemos en otros nuestra inseguridad, nuestra timidez, la facilidad hacia la critica, el egoísmo, la envidia, las difíciles relaciones con los padres, los conflictos de las parejas. Cuantas veces nos sentimos solidarios con males ajenos y nos compadecemos. sin embargo, que irritación nos produce también descubrir en otros hombres y mujeres que crecíamos originales, propios; sentimos que nos han robado algo, que nos han copiado. ¿Quien es original? ¿Quien es único? Nadie, en forma aislada. Es al vincularnos con cada persona cuando establecemos esa relación diferente a todas las otras relaciones. La ilusión de ser únicos para ese hombre o esa mujer. Es que en verdad lo somos: somos esa y no otra; pero también cuantas veces hay cuerpos que reemplazan otros cuerpos, frases que son traídas maquinalmente de idénticas situaciones sin consciencia de hacer daño. Idénticas palabras o ternuras que sirven maravillosa mente en una y en otra. Nadie es imprescindible, pocos son irreemplazables, muchos son intercambiables.